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La Reina de las Mentiras. 2ª sesión. Los primeros pasos de la aventura.

Tras el combate y los nuevos datos que poseen, los héroes se dirigen a la taberna. Necesitan tomar algo y respirar hondo: ha sido un día duro.
Efaile, ya más relajada, coge su laúd y entona una canción que habla sobre el poder del amor por encima de todo. La música que brota del interior del local atrae a una gran cantidad de gente. Pronto aquello esta lleno y la gente anima a Efaile a que siga tocando con unas monedas. El tabernero agradece con una ronda la música de la elfa: con los últimos acontecimientos hacía tiempo que no tenía tantos clientes. Efaile invita a sus compañeros a la comida con las ganancias que ha obtenido. Al caer la noche se dirigen a la posada: los acontecimientos del día los han dejado exhaustos y necesitan descansar.

Apenas está despuntando el sol en el horizonte, los primeros rayos bañando las copas de los árboles de un bosque eterno. Pero pese a lo temprano del día, en el comedor de la posada ya hay un rincón en el que no cesa la actividad. Los platos del desayuno están prácticamente vacíos y ahora se suceden las rondas de cerveza, vino y la extraña infusión que toma el mago. Hace poco un enano se ha acercado a los compañeros. Estaba de paso, pero ha conocido el propósito de éstos y les pide unirse. Es un buen guerrero y no hay nada que odie más que los elfos oscuros. No sabe cuánto tiempo les podrá acompañar ya que tiene otros deberes, pero cuando regrese a la superficie lo hará con sangre drow bañando el filo de su hacha. Todos aceptan de buena gana, toda la ayuda que puedan recibir es bienvenida.
En la mesa se mantiene un acalorado debate. Es necesario un plan, a todas luces va a ser un viaje complicado y, posiblemente, largo. Se están barajando varias ideas, entre ellas, la de entrar, mediante la magia, convertidos, al menos tres, en drows, portando al resto del grupo como supuestos prisioneros para no tener que entablar combate y dirigirse directamente a las celdas, pero esto supondría entablar conversación y el problema no viene con el idioma sino con la poca información poseída acerca de esta sociedad y con la falta de una procedencia, pronto sospecharían.
Los más versados en el arte de la batalla proponen entrar sin mas, irrumpiendo y provocando caos como ultima opción, pero no es viable, es prácticamente imposible “conquistar” una ciudad defendida siendo tan pocos, ese camino concluiría con la muerte.
Tras una serie de propuestas igualmente poco factibles y presuntamente mortales, se hace la luz en sus mentes.
Lysan tiene una idea que podría resultar, Dragan y Karedel le dan forma y Efaile, finalmente, la perfila. Consiste, más o menos, en lo siguiente:
Como Lysan es al parecer la única capacitada para localizar trampas y desactivarlas y no saben lo que encontraran en los túneles, será la primera. Además, gracias a su sigilo y su capacidad para ocultarse en las sombras, se adelantará. Si se topan con una patrulla, se convertirá, gracias a la magia, en una sacerdotisa drow, que ordenará a los guerreros que avancen por el túnel, en dirección a sus compañeros. Estos emboscarán a la patrulla, fulminándola. El problema principal, que es la falta de luz en el subterráneo, es solucionado por el mago, capaz de hacer posible la visión en esas circunstancias. Debido a que es algo limitado a dos conjuros de ocho horas cada uno, será Lysan la que reciba la magia, mientras que el resto del grupo portará luz. Aun así, como es posible que en algún momento haga falta que todos sean capaces de ver, preparan un fondo monetario común y hacen acopio de pergaminos que contienen el poder de ese conjuro.
Comprueban y recogen sus equipos, ultiman los detalles.
Juann se despide de ellos. Su misión era escoltar a Efaile hasta llegar con los clérigos y el paladín, que ya ha conseguido. Ahora regresará a su pueblo para informar de las novedades, aunque alega que, salvo que sea designado a otra misión, intentará volver lo antes posible para reunirse con ellos en los túneles. Se marcha en silencio, sin mirar atrás. No le gusta la idea de tener que dejar a su señora en una situación así. Ojalá pudiera entablar batalla con los elfos oscuros. Ojalá sigan sus compañeros vivos cuando regrese.

Bajan por la alcantarilla. Aunque entra poca luz, los rastros de sangre y las huellas de los prisioneros son muy visibles. Parece que no les importa que les sigan. Una vez en los túneles, pasa poco tiempo sin que todos, salvo los dos enanos, se queden a ciegas. Encienden un par de antorchas y Karedel prepara los ojos de Lysan, que avanza rápidamente para colocarse en vanguardia, distanciada del grupo.
Descienden paulatinamente por unos túneles excavados, a veces un poco toscos y con zonas en las que les es más complicado moverse, pero el camino está, de momento, libre de trampas, y eso hace que su avance no sea tan lento como esperaban.
Pierden el tiempo en un par de ocasiones en las que se cruzan con unas grimosas y poco agraciadas criaturas que intentan entablar combate con ellos. No son rival. Efaile es capaz de hablar con ellos y se hace amiga, mediante la magia, del último superviviente, que les da una información poco precisa pero útil.
Ante ellos, más adelante, se presenta una bajada breve pero escarpada y muy resbaladiza debido a la humedad. Lysan comienza la bajada pero no calcula bien sus pasos y resbala, cayendo estrepitosamente. Se agazapa. El ruido ha sido importante. Tras ella, rodando por la pendiente, llega Karedel. Después del estruendo temió por la salud de su compañera. Al comprobar que está bien y que la zona está despejada, avisan a los que esperan arriba. Salvo Efaile, que hace gala de un gran equilibrio y baja a la perfección, el resto parece la avalancha de una pared rocosa.
Al incorporarse, contemplan el lugar. Un camino recto y ancho se abre paso entre paredes inclinadas de roca. A ambos lados, en la altura, las paredes presentan aberturas jalonadas con estalactitas y estalagmitas. Sus expresiones se ensombrecen. No se atreven a decir lo que tan obvio es. Por fin, Wulfrig pone voz a las palabras de sus mentes.
-El lugar perfecto para una emboscada.
La realidad es que no saben si hay alguien, pero el lugar no invita a pasar. Los clérigos deciden que lo mejor será crear un alumbrado de la zona de forma que, si en algún momento hay que luchar, cuenten con la luz como aliado. La idea es conjurar luz en un par de virotes y clavarlos en el techo a lo largo del pasillo para alumbrar toda la zona.
En el momento en el que Abdul invoca esa luz divina es, en el acto, engullida por un globo de oscuridad. Ambos conjuros pelean, intentando predominar los efectos del uno sobre los del otro hasta que se anulan entre sí. Todos miran a la galería. Sus sospechas acaban de ser confirmadas.
Antes de reaccionar si quiera, les llueve una salva de jabalinas procedentes de lo alto de la pared derecha. Escondidos entre las estalagmitas, cuatro osgos ya están preparando la siguiente oleada, pero los que tienen armas para atacar en la distancia no se lo van a permitir. Flechas, virotes y descargas mágicas vuelan hacia sus enemigos.
Entre tanto, Wulfrig y los dos enanos se adelantan, intentando buscar una forma de llegar hasta ellos dado que la pared, aunque practicable, resbala demasiado bajo el peso de sus armaduras. En su camino, cuatro drows les cercan el paso y entablan combate con ellos cuerpo a cuerpo.
Cuatro osgos más se unen a los drows y los que estaban combatiendo desde el lateral retroceden y descienden por una pendiente lateral hacia el grupo de lucha. Cuando los compañeros que luchaban contra ellos avanzan, reciben por su flanco izquierdo varios virotes. Cuatro drows más se alzan en la pared. Los impactados, además de las heridas, notan otro algo. Algo que intenta abrirse paso por sus venas, sin conseguirlo. Lysan, los ojos ardiendo de rabia y el cuerpo temblando de ira, les desafía a gritos
-¡¿Venenos a mí?!
Avisa al resto de sus compañeros
-Que nadie les toque. Esas cuatro ratas son mías.
Con solo dos virotes mata a uno de ellos, coloca la ballesta en su espalda y trepa el espacio de pared que les separa de ellos. Al llegar, desenvaina su extraña espada.
-Ahora, os voy a explicar un par de cosas sobre venenos.
En el otro flanco de batalla, Efaile permanece en retaguardia, arco en mano y cantando acerca de una batalla ganada a los elfos oscuros. Karedel, también en retaguardia, masacra a los enemigos con poderosos ataques mágicos. El resto, cuerpo a cuerpo, que han vivido siempre en el fragor de la batalla, hienden la carne, parten los huesos y perforan las vidas.
Dos siluetas más se perfilan al fondo. A pie, un varón drow, posiblemente mago. Montada en un lagarto gigantesco, una sacerdotisa. Esta se une a sus compañeros y a los osgos. El varón, que ha recibido varios impactos del arco de la elfa, se dirige hacia ella. Entre los dos se comienza a disputar una batalla distante pero brutal. A medida que crecen las heridas de ambos, la canción de la elfa se hace más sonora, más impetuosa, su historia más sangrienta. Los clérigos, además de la batalla, atienden la salud de sus heridos: los enemigos caen, pero también ellos reciben dolorosas heridas. Una vez muerta la sacerdotisa, los que luchaban juntos se dividen. Aún quedan osgos, pero varios se dirigen hacia Efaile, ya que su batalla contra el mago esta siendo devastadora. Entre todos, terminan venciendo. Arriba, Lysan golpea al último drow con vida con el mango de la espada en la cabeza, dejándolo inconsciente. Ata sus manos y lo desarma, mientras sigue murmurando “venenos a mí…”
Sus compañeros se asoman para comprobar que esté bien. Se suceden ahora las curaciones a los heridos: todos han recibido algún golpe. Después saquean los cadáveres, que portan objetos que pueden resultarles bastante útiles. Lysan baja a hablar con todos.
-Uno de los drows esta inconsciente y atado. Tal vez podamos sacarle algo útil. Me gustaría hacer esto sola.
Necesita de Dragan que estabilice al drow y de Efaile ese magnifico dominio de los idiomas que parece ser mágico. Ambos le conceden lo que pide, y todo el grupo monta guardia en la entrada de la galería. La pícara sube junto al superviviente. Sus ojos brillan de pura diversión.
Poco después vuelve a descender. Se ha esmerado en su trabajo. El cadáver del elfo apenas presenta ningún signo de violencia. Lo más notable, el hueco reciente, dejado por la falta de un ojo. La mano de Lysan aferra algo mientras gotea sangre.
La satisfacción de la humana queda oculta bajo una mascara de inquietud y sospecha. Las palabras del drow han hecho mella en sus pensamientos. En su cabeza no deja de resonar una palabra. “Peones…”. Es urgente que todo el grupo mantenga una conversación. Y si lo que el drow le ha revelado es cierto… Necesitan un gran plan.